Cuando ya no queda nada
- cristina_gn
- 26 nov 2020
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 29 nov 2020

Se despertó una fría mañana
sintiéndose derrotada.
Se recostó sobre la mullida almohada
y respiró con calma.
La mente afligida.
El corazón ausente.
La mirada perdida.
Oscuridad permanente.
Grita el alma
con voz ahogada.
Busca la calma
que en ningún lugar se halla.
¿Qué sabe de ella?
Nada.
Se fue durante la madrugada
con los primeros rayos de sol
que anuncian la mañana.
Se fue y no dejó nada.
Ella es la esperanza.
Pérfida y traicionera.
Otrora bella consejera.
¿Volverá?
Seguramente.
Siempre regresa
cuando más perdida se siente.
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